Jóvenes de Pavas, zona rural del Valle del Cauca en Colombia, vivieron el simposio Despertando al Soñador, Cambiando el Sueño y cuestionaron supuestos no examinados sobre la idea de dejar su tierra en busca de dinero en la ciudad, reconocieron el valor y la importancia de proteger sus recursos hídricos, y se conectaron con la fortaleza de trabajar unidos por un fin. Con este espíritu de pertenencia hacia su comunidad, se decidieron a involucrar a los adultos, con el apoyo de algunas madres con lágrimas de bendita inquietud.
En la búsqueda de un taller que motivara a trabajar en equipo a un grupo de jóvenes de una comunidad en Pavas, la facilitadora Esperanza Cardona llevó un simposio en colaboración con la Fundación Planeta, Taller, Escuela, Mundo, cuyo propósito es la construcción de espacios de encuentro para los jóvenes de la comunidad de Pavas y orienta sus actividades hacia la educación permacultural y la eco-pedagogía.
Esperanza cuenta que fue un regalo enorme encontrarse con esta comunidad de jóvenes; muchos de ellos asistieron en compañía de sus madres debido a las grandes distancias que tenían que caminar para llegar; y aunque su intención no era quedarse a escuchar, logramos que se quedaran y fue una bendición tenerlas en el grupo.
Al finalizar el Simposio, los participantes manifestaron su entusiasmo para realizar actividades que involucren a los adultos, el asombro al descubrir todo lo que pueden hacer por la comunidad y lo poderosos que pueden llegar a ser si se unen con un fin común.
El testimonio de la facilitadora Elena Cardoso, de Cali, Colombia
“Fue maravilloso presenciar la transformación de este grupo de muchachos que con su corta edad y múltiples carencias ya se hacían cuestionamientos acerca de sus sueños de emigrar a la ciudad y conseguir dinero; eso parecía perder importancia a medida que hacían sus reflexiones y manifestaban la inminente necesidad de cuidar su río Pavas y los 47 acuíferos que están siendo amenazados por la construcción de la carretera Lobo Guerrero- Mulaló.
Me sorprendieron las lágrimas de dos de las madres que se mostraron conmovidas con la información y finalmente manifestaron sus deseos de hacer algo por el futuro de sus hijos y por construir un mejor legado para las futuras generaciones; se comprometieron a apoyar a sus hijos y a convocar a los adultos de la comunidad para que escuchen el mensaje… Podía ver en sus ojos y oír en sus palabras cómo se generaba la bendita inquietud, la cual tengo la certeza, es la que nos puede llevar a crear el mundo que queremos habitar.”